La conquista de Alejandro Magno, de Steven Pressfield

La conquista de Alejandro Magno, de Steven Pressfield

La conquista de Alejandro Magno es una novela biográfica del gran conquistador, escrita por Steven Pressfield. Se trata de la versión española de su libro Virtues of war y fue publicada por la editorial Grijalbo en 2005. Es, sin duda, una de las novelas de género histórico más épicas que uno puede tener el placer de leer.

La novela da comienzo en la campaña de la India, cuando el ejército macedonio ha conquistado ya toda Grecia y Persia y ha de cruzar el río Indo para enfrentarse al rey Poros. Tras años de luchas y victorias comienzan a producirse tensiones dentro del ejército invasor. Los soldados macedonios desean volver a su tierra para ver a sus familias, tras tanto tiempo lejos del hogar, pero saben que Alejandro pretende llevarlos hasta el fin del mundo y eso les asusta. No esperaban semejante cosecha de éxitos y, a pesar de todos los triunfos, hay un clima de cansancio y hastío que incluso cala en el propio Alejandro. Y es en este preciso momento cuando él le cuenta su historia a su paje Itanes, en la intimidad de su tienda de campaña. De este modo pretende descargarse de sus recuerdos y experiencias para después encarar el futuro con mayor claridad y encontrar la forma de domar a su propio ejército.

El texto está narrado en primera persona y es el propio Alejandro Magno el narrador del libro, lo cual proporciona un aire más subjetivo e íntimo a los hechos, aderezados con los propios sentimientos y pensamientos del protagonista. Así pues, Alejandro nos cuenta a nosotros, los lectores (o al paje Itanes), su vida y obras, no de manera ordenada ni continua, sino discontinua, a saltos en el tiempo, como podría hacerlo alguien que habla sobre los momentos más importantes de su vida durante el transcurso de una conversación.

El relato que nos hace Alejandro nos lleva a su infancia. Nos cuenta sobre su adiestramiento en las armas y sus clases de filosofía, su relación (menos problemática de lo que otros autores pretenden) con su padre Filipo, o su amistad temprana con Hefestión, su gran camarada. También asistimos al asesinato de Filipo, a la conquista de Grecia y, por fin, nos embarcamos en la titánica empresa de la conquista de Persia, recorriendo este camino épico hasta su culminación en la campaña de la India contra el rey Poros, y la rebeldía más o menos declarada de sus soldados.

La conquista de Alejandro Magno, de Steven Pressfield

Steven Pressfield

Se han escrito muchas biografías noveladas del célebre personaje, de todos los estilos y jaeces, desde El muchacho persa de Mary Renault a la exitosa Alexandros de Valerio Massimo Manfredi. Una figura tan interesante como la de Alejandro Magno daría pie para muchas versiones, y visiones. Se puede reinterpretar de muy distintas maneras a alguien tan brillante y complejo, uno de los personajes más novelescos de la Historia. Hay quienes lo han tachado de loco egocéntrico y sanguinario, o quienes han visto en él un consumado político de altas miras. Unos lo muestran como héroe romántico y otros como un conquistador sin piedad.

Steven Pressfield ha elegido un enfoque por completo épico. En realidad el auténtico protagonista es la guerra, lo que le hace a los hombres, cómo los transforma (recordemos el título original: Virtues of war: Las Virtudes de la Guerra). No se trata de un alegato pacifista porque se exaltan esa virtudes del honor, la lucha, la dynamos (voluntad de pelear y vencer a toda costa), así como las habilidades tácticas y estratégicas que debe tener todo buen líder.

Pero sin descuidar esto, también se nos presenta una visión lúgubre de la guerra, empezando por el desgaste moral y espiritual de quienes se dedican a ella, aún considerándola un asunto de honor. Contemplamos la transformación de un Alejandro joven e idealista en un caudillo implacable que no duda en masacrar pueblos enteros, mujeres y niños incluidos, si no encuentra otro modo de doblegarlos. Estas incorrecciones políticas son una muestra de valentía y compromiso histórico del autor, alejado por ejemplo de la versión azucarada y hollywoodiense de Massimo Manfredi. Por boca de Alejandro se hace un buen análisis psicológico de la mentalidad del guerrero, con su majestuosidad y su monstruosidad.

Es interesante  la descripción inteligente y honesta que se hace de los generales del conquistador: Clito, Telamón, Parmenio, Crátero, Seleuco, Pérdicas, Ptolomeo… Lejos de esa visión de amigos inseparables tan al uso, Alejandro sabe que todos ellos desean verlo muerto para quitarle sus conquistas, y procura enfrentarlos siempre unos contra otros, en una guerra íntima dentro del propio ejército (como también hacía Napoleón con sus generales). Eso no impide que los ame, como amaría Zeus al resto de los dioses. Y esos mismos generales lo adoran por su capacidad de llevarlos una y otra vez al triunfo. Junto a estos hallamos otros matices atractivos, pues los personajes están plagados de contradicciones, cosa que los hace ricos y creíbles.

El único fallo que se le puede achacar al autor es que, a pesar de que casi siempre hace gala de un buen realismo psicológico, en ocasiones se explaya en algunos elementos idealistas del personaje: el culto al honor, el valor, el amor incondicional hacia sus bravos soldados, el respeto supremo hacia el enemigo… Para un lector escéptico esto puede rayar la ingenuidad y empaña esta versión tan madura del personaje. Aun así, esta novela es una visión muy adulta y nada azucarada del mito de Alejandro Magno.

Además de esforzarse en la descripción psicológica del combatiente, Pressfield brilla cuando trata el aspecto más crudo y real de la guerra: la lucha en sí misma. Despliega toda su erudición a lo largo de cuatro grandes batallas: Queronea, El Gránico, Iso y Gaugamela. Pocas batallas noveladas serán tan bien descritas, tan exhaustivas desde todos los ángulos posibles (táctico, psicológico, épico…) y mostradas de manera tan minuciosa, tanto en los detalles (desde el punto de vista de un infante o de un caballero) como en su conjunto (movimiento y choque de masas guerreras a gran escala). Pressfield es sin duda alguna uno de los autores de novela histórica más épico.

Para probarlo, nos despedimos con las primeras frases de la novela, dichas en primera persona por el propio Alejandro Magno, un comienzo arrollador que es en sí mismo toda una declaración de principios en cuanto al personaje y la obra que uno va a leer:

«Siempre he sido un soldado. No he conocido otra vida. He seguido la llamada de las armas desde la infancia. Nunca he buscado otra. He tenido amantes, he engendrado retoños, he competido en los juegos y he cometido salvajadas cuando estaba borracho. He avasallado imperios, he subyugado continentes, he sido coronado inmortal ante los dioses y los hombres. Pero siempre he sido un soldado».

Andrés Díaz Sánchez

 

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